Los bebés tienen una preferencia innata por los sabores dulces. El sabor ligeramente dulce de la leche materna es la razón por la que la mayoría de bebés tienen predilección por sabores dulces en la infancia. El sabor dulce de la leche proviene en parte por la alta concentración de lactosa, uno de los azúcares más importantes para el desarrollo del cerebro y sistema nervioso.
La preferencia de la madre por los sabores dulces durante el embarazo también puede tener una influencia en el bebé. Cuando la madre consume muchos alimentos dulces durante el embarazo se puede alterar el sistema cerebral de recompensas del feto, lo cual puede desarrollar la preferencia por sabores dulces desde el nacimiento.
Aunque existe cierta cantidad de dulce que podemos consumir sin tener que preocuparnos una alta cantidad podrá acarrear problemas de salud para tu bebé.
Durante el primer año de vida lo más recomendable es que tu bebé pruebe los sabores dulces en las azucares naturales de la fruta, es decir sin añadir azúcar refinada a las preparaciones. Durante este periodo podemos educar el paladar de nuestro bebé y enseñarle que los alimentos no deben ser extremadamente dulces para ser ricos.
Algunos de los riesgos de consumir demasiadas comidas dulces y altas en azúcar son: aparición de caries, sobrepeso, riesgo a padecer diabetes en el futuro, problemas de concentración e hiperactividad. El paladar de un niño es como una hoja en blanco. Es trabajo de los padres educar a comer y educarlos a seleccionar comidas saludables.
Algunas de las comidas bastante altas en azúcar que te recomiendo moderar en la dieta de tu hijo son:
Jugo: existe la creencia que el jugo equivale a una porción de fruta o es nutritivo, sin embargo esto esta muy alejado de la realidad. El jugo es bastante alto en azúcar, además gran parte del aporte de fibra se pierde luego de el proceso, la mejor opción siempre será comer la fruta en forma natural.
Puedes leer el blog “Introduciendo el jugo a la dieta de tu hijo” haciendo click aquí.
Dulces: por lo general a todo niño le encantan los dulces. Te recomiendo moderar y supervisar su consumo y darlos muy ocasionalmente. Evita premiar dando dulces.
Sodas: muchas de nosotras subestimamos la cantidad de azúcar y calorías que contiene una soda. Estas tienen altos niveles de azúcar y componentes que no se recomiendan para el consumo diario (ni ocasional). Sin embargo si tu hijo quiere consumir pequeñas cantidades de vez en cuando está bien. Evita servirle la lata entera, puedes utilizar únicamente una pequeña cantidad para quitarles el antojo.
Pasteles: dependiendo de la receta algunos de estos pueden ser un gran aporte de azúcar y calorías innecesarias, puedes experimentar con recetas de pasteles que el ingrediente principal sea fruta, de esta manera aún los podrás disfrutar sin que el aporte de azúcar sea excesivo.
Pan dulce, champurradas y galletas: el hábito de la champurrada a mitad de la tarde o desayunar panito dulce es altamente popular en Guatemala. Además de ser una comida rica en carbohidratos y azúcar refinada es una comida que tiene poco valor nutricional en cuanto a vitaminas y minerales. Lo recomendable es crear el habito de refaccionar fruta, yogurt, semillas o alguna merienda nutritiva.
Al hablar de este tema no promuevo para nada que nunca des a tu hijo azúcar, ni mucho menos que esta sea prohibida. La clave de una buena nutrición está en la cantidad, claro que tu hijo puede comer pastel, dulces y tomarse una gaseosa eventualmente. El equilibrio está en hacerlo muy de vez en cuando y no convertirlo en un hábito. Recuerda que los niños son como esponjas hasta en sus hábitos alimenticios. Todo lo absorben, ellos repetirán lo que aprendan en casa. La mejor manera de crear niños saludables es ser un adulto saludable.
Licda. Jimena Tejeda, Nutricionista
Consultora Internacional de Lactancia Materna